Una vieja leyenda cuenta que, con luna llena, las hadas acudían a zonas alejadas de los humanos a danzar en círculo. Esto atraía a los sapos de la zona y en donde se sentaban a contemplar el espectáculo, salía una seta. Si los sapos que se habían sentado eran venenosos, las setas que salían también lo eran.
Íntimamente ligados al
folklore popular, los ¨corros de brujas¨ o ¨anillos de hadas¨ siempre han sido considerados formaciones mágicas, malignas, fruto de la danza en círculo de hadas y duendes y que aparecían de la noche a la mañana. Incluso hoy en día en múltiples zonas rurales del norte de Europa todavía se cree que trae mala suerte pisar dentro de ellos.
No fue hasta finales del siglo XVIII cuando se descubrió que eran fruto del crecimiento circular de ciertos hongos. Para entender que son estas curiosas formaciones hay que conocer previamente como crecen los hongos. Al igual que los frutos de un árbol, las setas solo son la parte reproductiva de un organismo mucho mayor (hongo) que vive enterrado bajo tierra y que está formado por un entramado de células alargadas (micelio) mediante las cuales se extiende y alimenta. Pues bien este micelio puede extenderse varios metros en todas direcciones formando un anillo de crecimiento de tal forma que, cuando el micelio va agotando los nutrientes que le rodean, va muriendo desde el centro hacia la periferia. La banda de crecimiento resultante, que suele tener un diámetro de 20-30 cm e ir acompañada de una vegetación más vigorosa y alta, va desplazándose anualmente; Dependiendo del tipo de suelo, la vegetación que ahí crezca y del propio hongo, el círculo puede crecer entre 10-60 cm por año pudiendo llegar a centenares de metros como uno encontrado en Francia producido por Infundibulicybe geotropa de unos 600m de diámetro y de edad estimada en 700 años.
No fue hasta finales del siglo XVIII cuando se descubrió que eran fruto del crecimiento circular de ciertos hongos. Para entender que son estas curiosas formaciones hay que conocer previamente como crecen los hongos. Al igual que los frutos de un árbol, las setas solo son la parte reproductiva de un organismo mucho mayor (hongo) que vive enterrado bajo tierra y que está formado por un entramado de células alargadas (micelio) mediante las cuales se extiende y alimenta. Pues bien este micelio puede extenderse varios metros en todas direcciones formando un anillo de crecimiento de tal forma que, cuando el micelio va agotando los nutrientes que le rodean, va muriendo desde el centro hacia la periferia. La banda de crecimiento resultante, que suele tener un diámetro de 20-30 cm e ir acompañada de una vegetación más vigorosa y alta, va desplazándose anualmente; Dependiendo del tipo de suelo, la vegetación que ahí crezca y del propio hongo, el círculo puede crecer entre 10-60 cm por año pudiendo llegar a centenares de metros como uno encontrado en Francia producido por Infundibulicybe geotropa de unos 600m de diámetro y de edad estimada en 700 años.